La feria de San Marcos: el corazón de México que late en primavera



Cada primavera, cuando los jacarandas tiñen de morado las calles de la capital, Aguascalientes se transforma. No es solo un cambio de estación, es la explosión de la Feria Nacional de San Marcos, un evento que pocos conocen por su verdadera alma, una tradición que ha sobrevivido guerras, pandemias y cambios de siglo, siendo un fiel reflejo de la historia, el comercio y la devoción del pueblo mexicano.

Con más de 190 años de existencia, la Feria de San Marcos no es una simple verbena; es una memoria viva que nos cuenta la historia de un estado y el origen de los valores que definen al "hidrocálido".

El nacimiento entre el comercio y el algodón

A diferencia de muchas fiestas patronales que nacen en un atrio, la Feria de San Marcos tuvo un inicio marcadamente económico.

En 1828, en una recién independizada México, los habitantes de Aguascalientes (que entonces formaba parte de Zacatecas) decidieron fundar una feria con un propósito simple, pero vital, promover el comercio y la exposición ganadera en la región.

Su primer hogar fue el Parián, un edificio mercantil frente al Templo de San Diego. Los primeros años de la feria no eran de fiesta y algarabía, sino de negocios serios. El objetivo era mostrar el mejor ganado, vender cosechas y comercializar las telas y el algodón, bienes esenciales que movían la economía local. El éxito comercial fue tal que pronto rebasó el espacio asignado.

El traslado y el milagro social

La Feria, en constante crecimiento, necesitaba un nuevo hogar. Es aquí donde la historia comercial se une a la tradición religiosa y social, dándole a la feria su identidad actual.
A mediados del siglo XIX, la verbena se trasladó al recién construido Barrio de San Marcos, diseñado para honrar a su santo patrono, San Marcos Evangelista, cuya fiesta se celebra el 25 de abril.
El traslado no fue solo geográfico, fue una metamorfosis cultural. La Feria pasó de ser un punto de venta a un espacio de convivencia social.
  • El Corazón de la fiesta: El Jardín de San Marcos se convirtió en el epicentro. Sus icónicas balaustradas barrocas y su templo no son solo arquitectura, son testigos mudos del cortejo social de la época. Aquí, ricos y pobres se mezclaban en un "estado de excepción social", donde las reglas de la élite se relajaban bajo el embrujo de la primavera.
  • La razón de la fecha: Al coincidir con la fiesta del patrono, la devoción se entrelazó con el festejo. Los ganaderos de la región acudían a la Misa de Gallo el 24 de abril, pidiendo buenas cosechas y ganado bendecido. La feria se convirtió en una forma de agradecer y celebrar las bendiciones del santo.

El debate moral: Cuando la fiesta chocó con el valor



Un detalle que a menudo se omite en la historia de San Marcos es el fuerte debate moral que desató la feria en sus primeros años. El espíritu de fiesta, el alcohol, las apuestas y los juegos de azar generaron tanta preocupación por los "vicios y excesos" que, en varias ocasiones, la feria tuvo que ser suspendida por las autoridades locales (como ocurrió de 1837 a 1840).

Este conflicto entre el fervor religioso y la alegría desbordada nos muestra la dualidad intrínseca del carácter mexicano: la profunda devoción y el gusto innegable por la fiesta sin límites. La resiliencia de la feria, al regresar después de cada suspensión, habla del valor que el pueblo le otorga a su derecho a la celebración.

El rostro de la fiesta: La reina, la primavera y la identidad

La Feria de San Marcos es el evento masivo que, por definición, transforma la vida de los aguascalentenses, otorgándoles un profundo sentido de pertenencia e identidad colectiva.

  • La tradición de la Realeza: La elección y coronación de la Reina de la Feria es un ritual que va más allá de un concurso de belleza. Representa la figura central que, desde el palco, observa y preside la gran fiesta popular, manteniendo viva la tradición del cortejo.
  • El Desfile de Primavera: Se ha convertido en uno de los eventos más esperados. Es una manifestación cultural masiva donde carrozas alegóricas y comparsas rinden homenaje a la flora, la fauna, la historia y, por supuesto, a la primavera, rompiendo con la rutina y lanzando a la gente a las calles para el goce colectivo.
  • El rompimiento social: Durante los 23 días, el perímetro ferial se expande a más de 90 hectáreas, creando un vasto espacio urbano donde, de manera efímera, ricos y pobres, locales y forasteros, conviven sin barreras en una atmósfera de verbena que no se repite en todo el año.

Tradición en la piel: Gastronomía, tauromaquia y charrería



Hoy en día, la Feria de San Marcos es reconocida por su entretenimiento de clase mundial, pero sus pilares siguen siendo la tradición y la cultura de Aguascalientes:

  • El sabor Hidrocálido: Más allá de los antojitos generales, la feria es el lugar ideal para descubrir el sabor profundo de Aguascalientes. La birria tatemada (un guiso de carne de borrego, cabra o res cocinado bajo tierra) y los famosos dulces de guayaba (de la cercana Calvillo) son el verdadero tesoro gastronómico de la feria.
  • Tierra de toros y charros: Aguascalientes es uno de los centros taurinos más importantes de México. La Monumental Plaza de Toros se convierte en un símbolo de la fiesta, manteniendo viva la tradición de la tauromaquia. Además, la Charrería (nuestro deporte nacional por excelencia) encuentra en la Isla San Marcos un escenario para las escaramuzas y suertes ecuestres, una oda a la vida del campo y sus valores.

La feria nacional de San Marcos es, en esencia, la historia de cómo la fe y el comercio se unieron en un jardín para crear una de las tradiciones más alegres y duraderas de México. Es un lugar donde el pasado y el presente conviven, recordándonos que la cultura no es estática, sino una verbena que se transforma con cada primavera.

Pero la tradición de Aguascalientes no termina en abril. Vale la pena mencionar que el mismo recinto de la Isla San Marcos y el legado cultural del estado continúan en octubre con el Festival de Calaveras, que rinde homenaje a la obra de José Guadalupe Posada, creador de la emblemática Catrina, demostrando que esta tierra es cuna de arte, sátira y un profundo aprecio por sus raíces históricas.



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